• Por Carlos Braverman
Entre el 4 y el 7 de junio de 2009, unos 375 millones de electores de los 27 países de la Unión Europea son convocados a las urnas para elegir el nuevo Europarlamento.
La actual legislatura está dominada por los conservadores, reunidos en el Partido Popular Europeo, que cuenta con 288 electos; el Partido Socialista Europeo dispone de 217 escaños; los liberales de la Alianza de los Demócratas y los Liberales, de 100. Los soberanistas, los verdes y los comunistas cuentan con algo más de 40 diputados cada uno. Los euroescépticos son 22. Y hay otros 30 en distintos posicionamientos.
Según evaluaciones, la crisis económica puede ser una explicación de la falta de interés de los ciudadanos. El aumento del desempleo, la incertidumbre ante el cierre de empresas y el temor al porvenir son las principales preocupaciones de los europeos. La Unión Europea aparece ante la gente como un actor lejano de esta realidad próxima y urgente.
No obstante muchos sondeos arrojan paradójicamente el siguiente saldo: un alto número de entrevistados reconoce que la crisis económica sería más acentuada sin la moneda única.
El número de electores que optarían por la abstención es significativo y sintomático, oscila según sondeos entre el 45.5 % y el 60 % según variaciones y tesituras.
Para a los teóricos de la posmodernidad como Derrida, Baudrillard, Lipovetsky y otros, el desencanto es un fenómeno muy esclarecedor de este síntoma.
Desencanto es un concepto que no habla sólo del desengaño o la pérdida de confianza en hechos y valores sociales, sino que aparte, les resta legitimidad, su razón de ser pierde vigencia.
Junto con el desarraigo, ambos suelen explicar estos fenómenos de aislamiento y no participación en situaciones de crisis. El desarraigo no habla sólo de la no adaptación a ciertos contextos, sino da cuenta del proceso por el cual el sujeto vive el contexto enfrentado a sí mismo, a su persona.
En los últimos tiempos muchos colegas publicaron acertados trabajos que caracterizan el proceso de construcción de la UE como un éxito limitado, reservando sus logros a la integración económica y dejando vacante los aspectos políticos y sociales.
Coincidimos con ello y no nos extrañan los fenómenos que detallamos a la luz de este razonamiento.
Se debe volver a la Europa Social, es decir, a la de la sociedad y la política, la que prestigia las políticas sociales para integrar y atender los diversos colectivos.
Nuestro análisis se centra en la construcción del concepto de ciudadanía en la UE, como necesario para afrontar esta etapa.
En su momento, comentamos el Manifiesto del PSE, “Las personas primero: un nuevo rumbo para Europa”.
Este documento del Partido Socialista Europeo, encuentra su antecedente en “La Nueva Europa Social, Documento base para el debate “, de Poul Nyrup Rasmussen, quien fuera Primer Ministro de Dinamarca.
No menos valorables son los aportes de Jaccques Delors al respecto, antiguo Presidente de la Comisión Europea.
El Manifiesto es claro, distribución equitativa de los bienes básicos y rescatar la figura del ciudadano para jerarquizar la acción de los sujetos políticos en un programa de desarrollo que desande los caminos del neoliberalismo.
Es volver a la gente, lo contrario a ciertas contextualizaciones actuales, que no deben extrañar en las concepciones de populares-conservadores,
Prestigian como dice Rancière, el orden de las cosas y el estado, no la política en tanto aquello que une a la gente con el estado, con lo público, con la transformación y no la administración del orden.
De acuerdo al Documento del PSE, prestigiar lo “ciudadano” permite al sujeto social y político recuperar la soberanía sobre su entorno y condiciones, lograr articular un discurso propio en su colectivo de referencia y restablecer la dimensión de lo público.
Recupera identidad y soberanía sobre su espacio, pero muy lejos del “Identitarismo” reaccionario, es más bien una capacidad de aportar identidad a aquello más amplio que lo “local”.
Este rescate de lo ciudadano es una alternativa a las políticas neoliberales, es encontrar más allá del estado nacional, formas más apropiadas para los procesos democráticos. Las sociedades deben prestigiar este concepto, estando hoy día aún delineadas como una “sociedad mundial” impuesta por mercados económicos entrelazados.
Esta restitución de “lo ciudadano”, nos remite a las advertencias formuladas en la difundida concepción de la «constelación posnacional» de Jürgen Habermas.
Reasegurar jurídica y políticamente ” lo ciudadano” garantiza el futuro de la democracia, solventa la seguridad jurídica y la eficacia del estado administrador, la soberanía del estado territorial, la identidad colectiva y la legitimidad democrática del estado nacional en procesos transnacionales. Fortalece los fundamentos fiscales de la política social cada vez más debilitados y aumenta la capacidad para el control de lo macroeconómico. En fin, la soberanía ciudadana es la contraparte de la asfixia del estado nacional, que reduce progresivamente los recursos para cubrir sus necesidades de legitimación.
La ciudadanía en estos tiempos presupone un marco estatal y otro supraestatal, donde ésta se enfrenta a nuevas definiciones, frente a uniones políticas y económicas regionales como a su
posicionamiento frente a la globalización en general.
Amplias mayorías de la humanidad padecen restricciones a la circulación y a bienes básicos, como a trabajo e información, no pueden controlar los efectos de la globalización y menos aún, tienen representación en los dispositivos multi y transnacionales que se ocupan de ellos.
Referente a este aspecto y a otros relacionados a éstos, en la UE aparece en forma categórica, la importancia de lo local desde la dimensión institucional y también de la sociedad civil.
La globalización económica redujo acentuadamente los márgenes de las políticas económico-sociales de los estados-nación y tienden a integrarse en uniones políticas y económicas, que asumen un buen grado de las competencias estatales al respecto.
Es el caso de la UE, donde surgen los fenómenos de regionalismos, multiculturalismos y la necesidad de articular la existencia de grupos sociales con elementos fuertes de identidad específica.
Las crisis de representatividad y redimensionamiento de las instituciones pertinentes son innecesarias de mencionar, tienen la categoría de obviedad.
Lo local, lo global, la ciudadanía y el sujeto humano en ella contenido, las instituciones que los expresan y donde sus voces circulan, escapan al sólo ensamble económico.
Los sujetos políticos en tanto ciudadanos, deben ser voces políticas; de vida y proyectos para el avance y el progreso, no valores de mercado.
Volver a la Europa Social, es necesariamente dar vida a este concepto político de ciudadanía y presencia real a las instituciones que articulen la vida de las personas con los procesos económicos presentes.
Donde el ciudadano pueda aportar a su control y no ser controlado por ellos, donde la sociedad no aplaste al individuo.
Entonces la UE como todo acuerdo transnacional, podrá construir su vigencia a partir de la presencia del Civis que como tal, necesita un espacio e instituciones que lo legitimen y una Polis donde su vida sea real y concreta, para dejar los escritorios de tratados y acuerdos.
De otra forma estimamos que el proyecto europeo tardará bastante en tener una presencia efectiva en la vida diaria continental, necesita “identidad civil” sin la cual no hay pertenencia y sí “desencanto”. Y con deslegitimación no se pueden construir justamente estructuras legitimantes, que entendemos no es el desafío de los conservadores y sí el de las políticas progresistas.
El trabajo es intenso, pero es fundamental alentar a los críticos de buena fe más acentuados, para que después no digan, como advirtió Sartre: Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.
(Versión en español)
Original: Instituto Campos Abiertos – Israel
Supervisión de edición en español: Graciela Nutkiewicz (Directora del Instituto Campos Abiertos)
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Haifa). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
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